jueves, 7 de julio de 2022

Grandes lecturas de la historia de la humanidad (12). Hoy: "20.000 leguas de viaje submarino" de Julio Verne.

En marzo de 1869 Julio Verne comienza a publicar por entregas una de sus más famosas obras: 20.000 leguas de viaje submarino. Vamos a recordar desde el cariño una humilde y algo bizarra edición de este clásico de la literatura universal. Nos referimos, ni más ni menos, a la que lanzó la editorial Bruguera, entonces en su mejor momento, en el ya algo lejano 1970, prácticamente un siglo después de la original del genial Verne. Y, en un guiño a aquellos esforzados orígenes, la editorial catalana había adoptado la misma estrategia de publicación por episodios, incluyendo sus entregas en las diferentes cabeceras destinadas al público infantil y juvenil (y al inconfeso de la generación de sus padres, cabría añadir sin riesgo a equivocarse), en los tebeos (termino proscrito por Bruguera ya que recordaba a la ilustre competencia). Y qué tenía de especial aquella adaptación? La verdad es que Bruguera manejaba, de manera algo tiránica, pero eficazmente sus recursos. Una verdadera escudería de eficaces ilustradores y guionistas adaptaba grandes clásicos de la literatura universal al formato viñetas. Quizás el resultado no fuera un gran logro artístico, pero sin duda era una más que digna artesanía cultural. De este modo, se ponía al alcance de las nuevas generaciones todo un catálogo de títulos a los que, muy probablemente, no hubieran accedido por propia voluntad en su formato convencional de libro. El caso es que en aquel 1970 se lanzó la serie Joyas literarias juveniles. Se trataba de unos cuadernos grapados de 27 x 18 cm. con entre 32-36 páginas de viñetas a todo color y tapa en cartulina, también ilustrada a color. A 20.000 leguas de viaje submarino le correspondió el número cuatro de este lanzamiento, con un valor facial de 15 pesetazas de la época. La portada, en si misma era una pequeña obra de arte, a cargo del eficaz creativo Antonio Bernal Romero, responsable de la iconografía de algunos de los mas grandes personajes de la casa, nacidos de la fértil imaginación del guionista Víctor Mora, como El Jabato, El Capitán Trueno o El Corsario de Hierro, pero esa es otra historia...
Mi primer contacto con esta obra fue en las entregas de las historietas semanales, pero la edición completa en la nueva Joyas literarias fue un verdadero descubrimiento. Accedí a la colección precisamente por este mismo número 4 que ahora nos ocupa. En una salida de fin de semana a la villa pesquera de Orio, en un quiosco en la zona del muelle, mis padres me compraron 20.000 leguas de viaje submarino, no podía imaginar mejor ambientación para aquellas aventuras marineras. 


La portada de Antonio Bernal es tremendamente sugerente: varios buzos descienden y trabajan en un fondo marino, animado por las coloridas criaturas de las profundidades. Se adivinan unas cruces cubiertas de coral (tras la lectura sabremos que se trataba de una peculiar necrópolis submarina), al fondo se vislumbra el pecio de un antiguo navío de vela. Ya esta ilustración vale tanto como todo el conjunto por su capacidad evocadora y atractivo visual.
Joyas literarias ha conocido sucesivas reediciones a lo largo del tiempo. La imagen que muestro, del ejemplar en mi poder, a través de una venta de mercadillo, corresponde a la última de estas reediciones, a cargo de El País, lanzada como coleccionable en 2010.
Señalaremos que, anteriormente, fue reeditada por Planeta-De Agostini en 2009 y por Ediciones B en 2008. La edición original de Bruguera se extendió entre 1970 y 1984 aproximadamente, hasta el final de la empresa. Se publicaron 269 títulos, constituyendo todo un catálogo editorial. Bruguera, en su política de reciclaje, aprovechó los originales en diferentes formatos, como la colección Historias Color, donde combinaba las planchas originales con el texto completo de la obra condensada en viñetas. Un atractivo producto al que seguramente dedicaremos una futura entrega...

La edición de El País, logo en las portadas aparte, es facsimilar con respecto a la vieja publicación de Bruguera. Este título fue ilustrado por Vicente Torregrosa. El texto de Verne fue adaptado al formato viñetas por José Antonio Vidal Sales. En la portadilla vemos el icónico diseño de El Nautilus, el revolucionario submarino comandado por el enigmático Capitán Nemo. El diseño de El Nautilus se aparta aquí de la ortodoxia de Verne y se acerca mucho más a la poderosa estética creada por los estudios de Disney en su adaptación cinematográfica de 1954.
Merece la pena detenerse en un pequeño excursus al respecto.
En la obra de Verne el diseño de El Nautilus es fusiforme, un cilindro con los extremos apuntados, de 70 m. de eslora por 8 m. de manga, desplazando unas 1500 toneladas, dotado de doble casco y propulsado por baterías eléctricas, concretamente de sodio- mercurio y empleando para sumergirse y emerger tres tanques de lastre. Verne no era un científico ni un inventor visionario, su formación era la abogacía, pero tenía una enorme capacidad de síntesis y anticipación. A través de sus conocimientos sobre los avances tecnológicos de su propia época era capaz de imaginar ulteriores aplicaciones y desarrollos. Así, por ejemplo, estaba familiarizado con el verdadero Nautilus, el primer sumergible propulsado a hélice, desarrollado por el ingeniero norteamericano Robert Fulton en 1800, a instancias de Napoleón Bonaparte. Verne llevó la realidad conocida mucho más lejos, aplicando como fuerza motriz la novedosa energía eléctrica, alimentada mediante baterías de tecnología punta en su época.

El primer contacto del trío protagonista (el profesor Pierre Aronnax, narrador de la historia, su fiel asistente Conseil, aquí traducido como Consejo y el arrojado arponero Ned Land, trasunto en las viñetas del cinematográfico Kirk Douglas) con la tripulación de El Nautilus. Estos últimos hablan un particular lenguaje desconocido, quizás esperanto, especulaba yo entonces...

El poderoso Nautilus en plena navegación. Con sus grandes portillas acristaladas, para observar las maravillas del fondo marino, su amenazadora proa, a modo de espolón y una acerada cresta dorsal, que le daba un aire de monstruo prehistórico. Como ya hemos apuntado, la imagen debía más a Disney que a Verne. De hecho, la adaptación de 20.000 leguas de viaje submarino fue el primer largometraje financiado por los estudios de Walt Disney. El film de 1954, dirigido por Richard Fleischer y rodado en el impactante cinemascope de aquel entonces, recibió un merecido Óscar a los mejores efectos especiales y contaba con los inmensos actores Kirk Douglas, en el papel del arponero Ned Land y James Mason como el enigmático Capitán Nemo. Fue estrenada en España en 1955. Yo la visioné en reposición, creo recordar que, en la segunda mitad de los 60 en el cine Amaya de mi ciudad. Todo un estímulo para la imaginación! 

El Nautilus estaba dotado de escotillas estancas, por las que sus tripulantes podían acceder directamente al fondo marino...

Los tripulantes del submarino, dotados de escafandras autónomas, eran capaces de trabajar eficazmente en los procelosos fondos marinos, como en la ilustración, saqueando las riquezas de un pecio, tal vez un galeón de las Indias cargado de tesoros. Estas riquezas eran aprovechadas por el capitán Nemo para financiar sus megalomaniacos proyectos y para "aliviar la existencia de los oprimidos y miserables", lo que llevaba al profesor Aronnax (en la adaptación de Bruguera) a calificarlo como idealista. Si bien sus acciones violentas, como los ataques a los barcos, lo aproximaban más bien al anarquismo...🤔

Sin duda uno de los pasajes más emblemáticos de las aventuras del viaje submarino sea la anécdota del particular entierro de uno de los tripulantes del Nautilus en una necrópolis ad hoc. Ciertamente las escafandras eran plenamente operativas. Conviene recordar que Verne asistió en 1867 a la Exposición Universal celebrada en París. En ella se presentó la primera escafandra autónoma operativa, patentada por Rouquayrol y Denayrouse, con una autonomía de 30 minutos y un rango de profundidad limitado a 10 metros, con todo un grandísimo avance comparado con las limitaciones de los buzos dotados de tubo de aire desde la superficie. Verne llevó el diseño al límite, mejorado por la tecnología de Nemo y capaz de desenvolverse como los actuales equipos de inmersión en profundidad.
Como curiosidad, las modernas escafandras con regulador deben su diseño a Gagnan y Cousteau (el famoso divulgador del mundo marino), quienes en 1945, en plena segunda guerra mundial desarrollaron y patentaron este notable avance.

Los buzos, con su arriesgado trabajo, ejercieron un indudable atractivo en libros, películas y, por supuesto, en la industria juguetera. Precisamente la empresa Madel, del grupo Exin, lanzó en 1973 una figura dedicada a los buzos de profundidad, en su serie de figuras articuladas de acción Madelman. Era una lograda adaptación, que además de recrear a la perfección el traje, con su icónicas escafandra, simulando estar realizada en bronce, estaba dotado de detalles como lastres en las botas, para sumergirse verticalmente y una pequeña bomba de aire manual que, a través de un tubo permitía al muñeco expeler burbujas y le dotaba de una sensación de movimiento en el agua. Como muchos otros niños de aquella generación le metimos horas en la bañera familiar, no siempre bien comprendidos por nuestros padres! 😅
En la imagen la reedición de este modelo que con el cambio de milenio distribuyó la editorial Altaya, fabricados por Popular de Juguetes en el celeste imperio.


Exaltación del consumo de pulpo a feira? No, solamente uno de los heroicos episodios en los que la tripulación del Nautilus se enfrenta a brazo partido y hacha en mano a un avieso y gigantesco cefalópodo, salido de algún Averno marino, quizás algún miembro de la estirpe del inefable Señor Cthulhu...

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Fuentes consultadas y utilizadas en esta entrada:
- Wikipedia. Artículos correspondientes a 20.000 leguas de viaje submarino (película y libro), así como el referido a la escafandra autónoma.
- web de Tebeosfera. Artículo referido a Joyas literarias juveniles.
- web de la BBC News. Artículo titulado: Cómo funcionaba el "Nautilus", la nave que Julio Verne ideó hace 150 años para 20.000 leguas de viaje submarino.
- El libro de Pedro Andrea (2007): Historia del más famoso muñeco articulado español. Madelman. Guía completa. Editado por Andrea Press.

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