domingo, 25 de diciembre de 2022

Una bonita estancia en torno a la festividad de Santa Lucía en Herce...

Una pequeña escapada, un reencuentro con un nostálgico pasado y la siempre entrañable acogida de las vecinas y vecinos de este pueblo encantador. Qué más se puede pedir?

Comenzamos con una imagen poco vista, que revela una cierta "intimidad" si se quiere. Es una panorámica tomada desde la ventana trasera de uno de los muy recomendables apartamentos turísticos "Miradores del Isasa", de la calle Fray Atanasio Lobera.
Antiguas construcciones, en diferente estado de conservación y mantenimiento, que transmiten una bizarra y serena belleza, apiñadas al pie de las peñas...

Y la contrapartida, desde el ventanal opuesto, con el reconocible perfil del monte que les da nombre...

Una vista panorámica desde los mismos ventanales. En primer plano, el extinto Bar "La Amistad". Aún recuerdo los helados de Avidesa que me compraban allí, algún fin de semana, en mis infantiles correrías veraniegas a fines de los 60 del siglo pasado 😅


Camino de la Fuente vieja...

Vista desde la terraza del Bar de la piscina, aún muy agradable a fines de este otoño...

Y la competencia: el mural fotográfico que preside el salón del Bar de La Plaza, en los bajos del Ayuntamiento. Recuerdos y testimonios del pasado reciente de la localidad...

Vista de Herce desde el mirador de la ermita de El Salvador y el castillo...


Lo cierto es que la restauración y puesta en valor del Castillo y su entorno es todo un acierto. Un verdadero valor añadido para las visitas a esta localidad...






Un cambio de tercio: bajamos a la Plaza de la Constitución para disfrutar de la original y elegante decoración navideña 


Y la hoguera de Santa Lucía que arde purificadora...




Muérdago, castañas y patatas asadas y hormigos con arrope. Un plan estupendo para compartir en buena compañía...
Especial mención a la gran labor de la Asociación Almovívena.

Como colofón, el reencuentro de viejos compañeros de aventuras infantiles sesenteras.

Todo un carrusel de experiencias y emociones positivas y un acicate para volver...











martes, 11 de octubre de 2022

GRANDES LECTURAS DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD (13). Hoy, en "adaptaciones bizarras de los clásicos", LA ISLA MISTERIOSA, de Julio Verne, a cargo de la editorial Laida.

Resulta una obviedad considerar a Verne un clásico, generaciones de lectores han buceado en las historias del padre de "la literatura de anticipación", germen de géneros como la Ciencia Ficción y maestro también en la literatura de evasión y aventuras. Entre el abultado repertorio del polígrafo galo se encuentran varios relatos relacionados con un enigmático y carismático personaje:  el capitán Nemo. Sin duda la obra más conocida es 20.000 leguas de viaje submarino, sin embargo nos referimos a otra que lo trata de manera más tangencial: La isla misteriosa, donde se nos relata, entre otras peripecias, el dramático fin de tan misterioso sujeto.

En 1977, la bilbaína editorial Fher, con el sello "Laida" y en la colección Ediclas-Julio Verne, lanzó una serie de títulos basados en los del genial bretón, como éste de "La isla misteriosa" que ahora nos ocupa...

Se trata de un álbum en tapa dura, al estilo de los prestigiosos productos franco-belgas del cómic de la época, con unas dimensiones de 22 x 30,5 cm (similar a los conocidos álbumes de Astérix, por ejemplo). Con todo las similitudes acaban aquí, puesto que, la principal inspiración es la de la serie "Joyas Literarias Juveniles" de la entonces todopoderosa editorial Bruguera, esto es: adaptación en viñetas de un clásico de la literatura, con el reclamo de una colorida portada. Y vaya que esta portada es colorida! La ilustración, aunque no acreditada en el interior, lleva la firma de Beaumont, seudónimo del dibujante calagurritano Ángel Julio Gómez de Segura, que contaba entre sus obras clasicazos del tebeo como varios números de El Capitán Trueno o adaptaciones de éxitos televisivos como Mazinger Z o Érase una vez...el hombre. 
Aquí nos plantea un instante dramático del relato: varios atribulados viajeros se aferran a los restos de un globo pero uno de ellos ya ha caído a un mar embravecido y lucha contra las olas por su vida. Al fondo un volcán humeante sugiere la isla misteriosa que da título a la obra.

Si hipnótica era la portada, qué decir de la contra, de formas geométricas setenteras y subida en colores!

Las guardas son sugerentes, presididas por el retrato de Verne vemos una serie de escenas inspiradas en sus relatos.

La escueta ficha técnica de la publicación. No hay la menor referencia a portadista, dibujante o autor de la adaptación al cómic, quedando lamentablemente anónimos.

El dibujante no pasa de ser un eficaz artesano, no hay arte ninguno en la rígida y simple puesta en escena o en la acartonada anatomía de los personajes. Entre sus fuentes de inspiración se encuentra el Nautilus de 20.000 leguas de viaje submarino, en su versión cinematográfica (la sombra de Disney es muy alargada!). Por lo demás recalcaremos la paleta de subidos colores que otorgan un aire psicodélico a la aventura.

Todo un divertimento, sin pretensiones, conseguido en una recomendable librería de segunda mano (Re-Read), al módico precio de 2€. Qué más se puede pedir! 

Nostalgias de la infancia. Un ameno y breve paseo por Herce y su entorno (fines de septiembre de 2022).

En la letra de una de sus conocidas canciones (Peces de ciudad), el maestro Joaquín Sabina nos cuenta aquello de "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver", pero, por una vez y sin que sirva de precedente, no podría estar más en desacuerdo. Bien gestionada, la nostalgia no tiene por qué ser negativa ni lastimera, si no todo lo contrario. Se supone que el paso del tiempo nos hace más sabios y nos ayuda a disfrutar de los pequeños placeres cotidianos. Pero dejemos el protagonismo a las imágenes, mucho más expresivas que ésta, quizás algo almibarada introducción 


En lo alto del cerro la ermita de El Salvador y el castillo de Herce. En primer plano el fruto de un Lozano membrillero al borde de la vía verde del Cidacos.

Medio siglo después de mis andanzas por esas venerables calles (entonces sencillamente pavimentadas con canto rodado en seco), volviendo a pisar la San Juan, posando bajo el arco de la entrada al desaparecido monasterio de Santa María de Herce.

La restaurada fuente vieja de Herce. En su pilón capturaba renacuajos en aquellos veranos de los 60 de mi algo lejana infancia.

Herce bajo las estrellas. Las casas de la calle El Sol al abrigo de la Peña del moro. La yasa canalizada nada tiene que ver con mis recuerdos, mucho más rústicos. Cómo ha mejorado está infraestructura! 

Si mi memoria no falla, en esa casa de la Calle El Sol pasé un magnífico verano en 1967...

Una recoleta calle de Herce, "engalanada" con todo un despliegue de macetas, que le dan un toque de verdor.

La digna portada de ladrillo de la iglesia de San Esteban.

El número uno de la calle San Juan, en el primer piso de esa casita pasé los veranos del 68 al 73. Salvo por la bajera, que se ve remozada, parece encontrarse en el mismo estado en que se quedó, congelada en el tiempo... Es una sensación un tanto extraña, diríase que cruzando ese umbral podrían vislumbrarse las habitaciones tal y como las conocí.






jueves, 7 de julio de 2022

Grandes lecturas de la historia de la humanidad (12). Hoy: "20.000 leguas de viaje submarino" de Julio Verne.

En marzo de 1869 Julio Verne comienza a publicar por entregas una de sus más famosas obras: 20.000 leguas de viaje submarino. Vamos a recordar desde el cariño una humilde y algo bizarra edición de este clásico de la literatura universal. Nos referimos, ni más ni menos, a la que lanzó la editorial Bruguera, entonces en su mejor momento, en el ya algo lejano 1970, prácticamente un siglo después de la original del genial Verne. Y, en un guiño a aquellos esforzados orígenes, la editorial catalana había adoptado la misma estrategia de publicación por episodios, incluyendo sus entregas en las diferentes cabeceras destinadas al público infantil y juvenil (y al inconfeso de la generación de sus padres, cabría añadir sin riesgo a equivocarse), en los tebeos (termino proscrito por Bruguera ya que recordaba a la ilustre competencia). Y qué tenía de especial aquella adaptación? La verdad es que Bruguera manejaba, de manera algo tiránica, pero eficazmente sus recursos. Una verdadera escudería de eficaces ilustradores y guionistas adaptaba grandes clásicos de la literatura universal al formato viñetas. Quizás el resultado no fuera un gran logro artístico, pero sin duda era una más que digna artesanía cultural. De este modo, se ponía al alcance de las nuevas generaciones todo un catálogo de títulos a los que, muy probablemente, no hubieran accedido por propia voluntad en su formato convencional de libro. El caso es que en aquel 1970 se lanzó la serie Joyas literarias juveniles. Se trataba de unos cuadernos grapados de 27 x 18 cm. con entre 32-36 páginas de viñetas a todo color y tapa en cartulina, también ilustrada a color. A 20.000 leguas de viaje submarino le correspondió el número cuatro de este lanzamiento, con un valor facial de 15 pesetazas de la época. La portada, en si misma era una pequeña obra de arte, a cargo del eficaz creativo Antonio Bernal Romero, responsable de la iconografía de algunos de los mas grandes personajes de la casa, nacidos de la fértil imaginación del guionista Víctor Mora, como El Jabato, El Capitán Trueno o El Corsario de Hierro, pero esa es otra historia...
Mi primer contacto con esta obra fue en las entregas de las historietas semanales, pero la edición completa en la nueva Joyas literarias fue un verdadero descubrimiento. Accedí a la colección precisamente por este mismo número 4 que ahora nos ocupa. En una salida de fin de semana a la villa pesquera de Orio, en un quiosco en la zona del muelle, mis padres me compraron 20.000 leguas de viaje submarino, no podía imaginar mejor ambientación para aquellas aventuras marineras. 


La portada de Antonio Bernal es tremendamente sugerente: varios buzos descienden y trabajan en un fondo marino, animado por las coloridas criaturas de las profundidades. Se adivinan unas cruces cubiertas de coral (tras la lectura sabremos que se trataba de una peculiar necrópolis submarina), al fondo se vislumbra el pecio de un antiguo navío de vela. Ya esta ilustración vale tanto como todo el conjunto por su capacidad evocadora y atractivo visual.
Joyas literarias ha conocido sucesivas reediciones a lo largo del tiempo. La imagen que muestro, del ejemplar en mi poder, a través de una venta de mercadillo, corresponde a la última de estas reediciones, a cargo de El País, lanzada como coleccionable en 2010.
Señalaremos que, anteriormente, fue reeditada por Planeta-De Agostini en 2009 y por Ediciones B en 2008. La edición original de Bruguera se extendió entre 1970 y 1984 aproximadamente, hasta el final de la empresa. Se publicaron 269 títulos, constituyendo todo un catálogo editorial. Bruguera, en su política de reciclaje, aprovechó los originales en diferentes formatos, como la colección Historias Color, donde combinaba las planchas originales con el texto completo de la obra condensada en viñetas. Un atractivo producto al que seguramente dedicaremos una futura entrega...

La edición de El País, logo en las portadas aparte, es facsimilar con respecto a la vieja publicación de Bruguera. Este título fue ilustrado por Vicente Torregrosa. El texto de Verne fue adaptado al formato viñetas por José Antonio Vidal Sales. En la portadilla vemos el icónico diseño de El Nautilus, el revolucionario submarino comandado por el enigmático Capitán Nemo. El diseño de El Nautilus se aparta aquí de la ortodoxia de Verne y se acerca mucho más a la poderosa estética creada por los estudios de Disney en su adaptación cinematográfica de 1954.
Merece la pena detenerse en un pequeño excursus al respecto.
En la obra de Verne el diseño de El Nautilus es fusiforme, un cilindro con los extremos apuntados, de 70 m. de eslora por 8 m. de manga, desplazando unas 1500 toneladas, dotado de doble casco y propulsado por baterías eléctricas, concretamente de sodio- mercurio y empleando para sumergirse y emerger tres tanques de lastre. Verne no era un científico ni un inventor visionario, su formación era la abogacía, pero tenía una enorme capacidad de síntesis y anticipación. A través de sus conocimientos sobre los avances tecnológicos de su propia época era capaz de imaginar ulteriores aplicaciones y desarrollos. Así, por ejemplo, estaba familiarizado con el verdadero Nautilus, el primer sumergible propulsado a hélice, desarrollado por el ingeniero norteamericano Robert Fulton en 1800, a instancias de Napoleón Bonaparte. Verne llevó la realidad conocida mucho más lejos, aplicando como fuerza motriz la novedosa energía eléctrica, alimentada mediante baterías de tecnología punta en su época.

El primer contacto del trío protagonista (el profesor Pierre Aronnax, narrador de la historia, su fiel asistente Conseil, aquí traducido como Consejo y el arrojado arponero Ned Land, trasunto en las viñetas del cinematográfico Kirk Douglas) con la tripulación de El Nautilus. Estos últimos hablan un particular lenguaje desconocido, quizás esperanto, especulaba yo entonces...

El poderoso Nautilus en plena navegación. Con sus grandes portillas acristaladas, para observar las maravillas del fondo marino, su amenazadora proa, a modo de espolón y una acerada cresta dorsal, que le daba un aire de monstruo prehistórico. Como ya hemos apuntado, la imagen debía más a Disney que a Verne. De hecho, la adaptación de 20.000 leguas de viaje submarino fue el primer largometraje financiado por los estudios de Walt Disney. El film de 1954, dirigido por Richard Fleischer y rodado en el impactante cinemascope de aquel entonces, recibió un merecido Óscar a los mejores efectos especiales y contaba con los inmensos actores Kirk Douglas, en el papel del arponero Ned Land y James Mason como el enigmático Capitán Nemo. Fue estrenada en España en 1955. Yo la visioné en reposición, creo recordar que, en la segunda mitad de los 60 en el cine Amaya de mi ciudad. Todo un estímulo para la imaginación! 

El Nautilus estaba dotado de escotillas estancas, por las que sus tripulantes podían acceder directamente al fondo marino...

Los tripulantes del submarino, dotados de escafandras autónomas, eran capaces de trabajar eficazmente en los procelosos fondos marinos, como en la ilustración, saqueando las riquezas de un pecio, tal vez un galeón de las Indias cargado de tesoros. Estas riquezas eran aprovechadas por el capitán Nemo para financiar sus megalomaniacos proyectos y para "aliviar la existencia de los oprimidos y miserables", lo que llevaba al profesor Aronnax (en la adaptación de Bruguera) a calificarlo como idealista. Si bien sus acciones violentas, como los ataques a los barcos, lo aproximaban más bien al anarquismo...🤔

Sin duda uno de los pasajes más emblemáticos de las aventuras del viaje submarino sea la anécdota del particular entierro de uno de los tripulantes del Nautilus en una necrópolis ad hoc. Ciertamente las escafandras eran plenamente operativas. Conviene recordar que Verne asistió en 1867 a la Exposición Universal celebrada en París. En ella se presentó la primera escafandra autónoma operativa, patentada por Rouquayrol y Denayrouse, con una autonomía de 30 minutos y un rango de profundidad limitado a 10 metros, con todo un grandísimo avance comparado con las limitaciones de los buzos dotados de tubo de aire desde la superficie. Verne llevó el diseño al límite, mejorado por la tecnología de Nemo y capaz de desenvolverse como los actuales equipos de inmersión en profundidad.
Como curiosidad, las modernas escafandras con regulador deben su diseño a Gagnan y Cousteau (el famoso divulgador del mundo marino), quienes en 1945, en plena segunda guerra mundial desarrollaron y patentaron este notable avance.

Los buzos, con su arriesgado trabajo, ejercieron un indudable atractivo en libros, películas y, por supuesto, en la industria juguetera. Precisamente la empresa Madel, del grupo Exin, lanzó en 1973 una figura dedicada a los buzos de profundidad, en su serie de figuras articuladas de acción Madelman. Era una lograda adaptación, que además de recrear a la perfección el traje, con su icónicas escafandra, simulando estar realizada en bronce, estaba dotado de detalles como lastres en las botas, para sumergirse verticalmente y una pequeña bomba de aire manual que, a través de un tubo permitía al muñeco expeler burbujas y le dotaba de una sensación de movimiento en el agua. Como muchos otros niños de aquella generación le metimos horas en la bañera familiar, no siempre bien comprendidos por nuestros padres! 😅
En la imagen la reedición de este modelo que con el cambio de milenio distribuyó la editorial Altaya, fabricados por Popular de Juguetes en el celeste imperio.


Exaltación del consumo de pulpo a feira? No, solamente uno de los heroicos episodios en los que la tripulación del Nautilus se enfrenta a brazo partido y hacha en mano a un avieso y gigantesco cefalópodo, salido de algún Averno marino, quizás algún miembro de la estirpe del inefable Señor Cthulhu...

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Fuentes consultadas y utilizadas en esta entrada:
- Wikipedia. Artículos correspondientes a 20.000 leguas de viaje submarino (película y libro), así como el referido a la escafandra autónoma.
- web de Tebeosfera. Artículo referido a Joyas literarias juveniles.
- web de la BBC News. Artículo titulado: Cómo funcionaba el "Nautilus", la nave que Julio Verne ideó hace 150 años para 20.000 leguas de viaje submarino.
- El libro de Pedro Andrea (2007): Historia del más famoso muñeco articulado español. Madelman. Guía completa. Editado por Andrea Press.

martes, 5 de julio de 2022

Soldaditos de juguete del siglo XX. Hoy: "La corte del castillo feudal" de Reamsa.

Reamsa, acróstico de "Resinas Artificiales Moldeadas, Sociedad Anónima" fue una de las más recordadas referencias para los niños de la generación del Baby Boom de los años 50 y 60 del pasado siglo, en la larga posguerra española. Sin temor a equivocarse, junto con Jecsan y Comansi vendría a ser la Santísima Trinidad de los soldaditos de juguete. Con una amplia e imaginativa producción, con referentes en las novelas de aventuras y, en especial, en las producciones cinematográficas del momento, trató toda una serie de temas clásicos en este sector del juguete. En ocasiones, cómo está que nos ocupa, se basó en series ya existentes en otras jugueteras europeas, como es el caso de los que hoy nos ocupa La corte del castillo feudal, inspirada en la producción de Starlux, la gran juguetera francesa.
Reamsa lanzó su corte feudal en 1962, concretamente se trata de una docena de figuras, realizadas en el característico plástico blando naranja de la casa y decorada, artesanalmente, con esmaltes. Precisamente en la decoración, completada a nivel doméstico, como en otras empresas de la época, podemos encontrarnos una gran variación de colores. Se trata de una curiosa selección de personajes: dos femeninos y diez masculinos, entre los cuales hay un niño. Decimos que es una peculiar corte, ya que hay reina y princesa, a la que aparentemente no le faltan los pretendientes, pero no hay rey, quizás estaba ausente en las cruzadas! Además de las citadas hay un trovador, un bufón, un heraldo con trompeta, un caballero con un halcón, un pajecillo con un ramo de flores en la mano, un cura y cuatro hombres de armas. Uno de ellos, completamente acorazado, montando guardia y los otros tres enfrentados arma en ristre, quizás en torneo o cualquier otra lid. Estas últimas cuatro figuras tienen la particularidad de tener piezas añadidas, como los escudos y una capa, lo que las dota de vistosidad. La ambientación cronológica es un poco ambigua, el caballero con armadura completa y los miembros de la corte nos remiten al final del medievo o al inicio del Renacimiento, mientras que, uno de los caballeros, con cota de mallas y un sencillo capacete como yelmo, aparentemente vistiendo el hábito de alguna de las órdenes militares, podría encajar sin problema en el siglo XIII. En cualquier caso, son figuras bien resueltas, de unos 65 mm. de altura, muy jugabled y perfectamente combinables con otras series de temática medieval, tanto de la propia Reamsa, como de otras empresas coetáneas.
Para saber más sobre las producciones y detalles de esta firma recomendaremos el libro Soldaditos de plástico. Plastic Toy Soldiers. Reamsa, de Juan Martín García, editado por el propio autor en 2017.
Más comentarios al pie de las fotos con figuras de mi colección.

Una vista general del grupo de La corte del castillo feudal, como ambientación un pequeño montaje con piezas de Exin Castillos.

Detalle del duelo entre caballeros, observado por el resto de los integrantes de la corte...

El heraldo trompetero y el caballero con el halcón en las almenas del castillo.

Un variopinto trío, acompañando al séquito de la corte, formado por un trovador con su laúd, un bufón con su característica vestimenta y aditamentos y un sencillo fraile enarbolando una rústica cruz.

Una perspectiva aérea de todo el despliegue de la corte feudal.

domingo, 3 de julio de 2022

PERSONAJES RELIGIOSOS EN LOS SOLDADITOS DE JUGUETE DEL SIGLO XX ESPAÑOL

Es indudable la gran vitalidad de la industria juguetera española del siglo XX. Toda una pléyade de grandes, medianas y pequeñas empresas que cubrieron todos los nichos de mercado, dominando la oferta patria y llegando en ocasiones a distribuir en otros países, incluso en las peculiares y difíciles condiciones de la posguerra.

Como reflejo de esta diversidad está la amplitud de las temáticas reflejadas en los soldaditos de juguete y hoy quiero llamar la atención sobre, quizás, uno de los aspectos menos representados. Se trata, efectivamente, de las figuras que recrean personajes religiosos que pese al nítido sesgo católico del viejo régimen de la sombría época de la dictadura, no tuvo especial correlato entre el imaginario de los fabricantes de soldaditos que, quizás, pensaron con buen tino, que semejante propuesta iba a tener poca jugabilidad y aún menos atractivo para la chavalería de la época, más seguidora de los héroes del tebeo o de las películas de aventuras que del nacionalcatolicismo imperante...

Con todo existen curiosos y notables ejemplos de estas peculiares representaciones. Resulta obligado mencionar la producción de una de las grandes jugueteras españolas: Jecsan, que, en 1957 lanza una línea de temática escolar, con figuras en 60 mm. Bajo el título Escuela Nacional/Colegio infantil, produjo varios sets, con clases segregadas de niños y niñas, en los que los profesores y profesoras podían ser laicos o religiosos, a elección del cliente. En la segunda opción, un fraile o hermano tutelaba la clase en el caso de los niños y una monjita o hermana, hacía lo propio con las niñas. El primero, representado con sotana y un libro en la diestra y la segunda con hábito, toca almidonada y la siniestra en actitud de llamar la atención. Personalmente no llegué a conocer estos sets y mi referencia es el magnífico libro de Juan Hermida: Plastic Toy Figures Made In Spain. 1948-1978, que seguiré atentamente.
Mis experiencias de aquellos ya lejanos tiempos me remiten a los modelos originales, de carne y hueso, en los que se basaban estas peculiares figuritas. Mis padres, como tantos otros de clase media de la época, se estiraron económicamente hablando, para que vuestro humilde servidor tuviera una educación, presuntamente de calidad, lo que se traducía en la elección de un colegio religioso. Así que mi futuro formativo recayó en los, hoy diríamos, algo bizarros hermanos del Sagrado Corazón. Allí viví incontables anécdotas, de las que tuve la fortuna de salir indemne, que exceden a los propósitos de este post...
Baste recordar las míticas sotanas de 100 botones, con sus insondables bolsillos y su largo hasta los pies. A tal punto que en mi inocencia de parvulito, me preguntaba si bajo la sotana, de la que sólo asomaban los zapatos, llevarían los frailes pantalones? 😅

Pero volvamos al hilo conductor del relato, Jecsan, la misma empresa citada, en su serie Mosqueteros de Francia, obviamente inspirada en los tres mosqueteros de Dumas y sus adaptaciones cinematográficas, incluyó también una figura dedicada al famoso Cardenal Richelieu, convertido en villano por el gran novelista. Una figura resultona, aunque algo estática, representada con sus características ropas talares, en plástico, con 60 mm. de altura.

Curiosamente, el enciclopédico libro de Hermida no recoge un personaje religioso que sí que produjo Jecsan con su característico estilo. Se trata de un cura, con sotana, cubierto con teja y resguardado del sol o la lluvia con un llamativo paraguas rojo, a lomos de un noble pollino. Encontramos una única referencia, indirecta y sin foto, en el libro de José M.V. Mora Sanmartín Gran libro catálogo de colecciones Jecsan, en el que nos informa que se trataba de una figura fuera de catálogo...
Un ejemplar de la misma pieza obra felizmente en mis manos, así que añadiré algunos comentarios descriptivos al pie de las fotos correspondientes.

Nos detendremos ahora en otra de las grandes jugueteras, Reamsa. En 1962, claramente inspirándose en la producción de Historex, lanzaron una serie de figuras, 12 concretamente de plástico de 60 mm., con el título de La corte del castillo feudal, cuyo interés merece que le dediquemos, en un futuro, un post específico. Simplemente señalaremos que, entre los personajes de este set, se incluye un religioso, un fraile cruz en ristre, que detallaremos en las fotos .

Terminaremos así este breve recorrido por las representaciones que conozco de personajes religiosos entre la producción juguetera española de la segunda mitad del pasado siglo XX. Esperando resulte útil para la identificación de los mismos en las colecciones.

Comenzamos por una figura de Exin, concretamente de las diseñadas como complemento para su muy notable serie de edificios del viejo oeste o Exin West. Este clérigo se incluía en el llamativo set específico que la compañía dedicó a Capilla y escuela. Siguiendo el manualito de Xabier Arumi, Exin su historia, esta serie dedicada al Far West se produjo entre 1975 y 1983 y, añadiremos que este set es de su segunda época, propiamente ochentera, con resultones modelos combinados como La taberna& barbería o este que ahora nos ocupa. El clérigo en sí es uno de los caricaturescos personajes Exin, realizado en el característico plástico duro de la casa, con 50 mm. de altura. Originalmente se presentaba decorado, un tanto a la batalla, con esmaltes brillantes. La pieza en mi poder ha sido repintada con acrílicos y le he añadido un libro, obviamente la Holy Bible, en la siniestra. Como fondo y ambientación, un pequeño montaje con piezas de Exin Castillos...


Otra imagen de la referida figura.




Vamos, ahora, con el clérigo de Reamsa, correspondiente, como ya se ha dicho, a su set La corte del castillo feudal. Con semejante título y ambientación se esperaría quizás un prelado, una dignidad eclesiástica de alcurnia, capaz de codearse con soltura en la citada corte, pero, lejos de ello, los fabricantes nos ofrecieron un humilde fraile, quizás franciscano por el hábito marrón, enarbolando una sencilla cruz de madera y a pie descalzo. Es realmente una figura Pas par tout que podría figurar en cualquier diorama desde el medievo al antiguo régimen. Está elaborada en plástico blando, realmente con 65 mm.de altura hasta la peana y decorada con esmaltes de origen.




La mayor rareza corresponde a la ya citada figura de Jecsan. Está realizada en plástico blando naranja y decorada con esmaltes de origen, con el detalle de qué son mates, lo que suaviza su aspecto juguetero, dotándolo de dignidad y realismo. El fabricante recicló el borriquito que ya obraba en su catálogo, añadiendo la figura del cura, que, a su vez, está compuesto por dos piezas, a saber, el personaje que incluye el mango del paraguas y la copa desplegada de éste último, que se acopla por presión y calor al citado vástago. Su altura, tal cual está representado, ronda los 75 mm. Es, por tanto, una figura bastante grande, compatible con las series de 70-80 mm.
En cuanto a su propósito no deja de ser un verdadero y pequeño enigma. Se trataría de un complemento para sus series del oeste? Es lícito recordar películas como Dos mulas y una mujer, en la que el rudo vaquero, interpretado por el incombustible Clint Eastwood, daba la réplica a una peculiar monjita, encarnada por la magnífica Shirley MacLaine. Pura especulación, en cualquier caso...




Aunque de escalas diferentes, las dos últimas figuras combinan sin grandes reparos.