martes, 11 de octubre de 2022

GRANDES LECTURAS DE LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD (13). Hoy, en "adaptaciones bizarras de los clásicos", LA ISLA MISTERIOSA, de Julio Verne, a cargo de la editorial Laida.

Resulta una obviedad considerar a Verne un clásico, generaciones de lectores han buceado en las historias del padre de "la literatura de anticipación", germen de géneros como la Ciencia Ficción y maestro también en la literatura de evasión y aventuras. Entre el abultado repertorio del polígrafo galo se encuentran varios relatos relacionados con un enigmático y carismático personaje:  el capitán Nemo. Sin duda la obra más conocida es 20.000 leguas de viaje submarino, sin embargo nos referimos a otra que lo trata de manera más tangencial: La isla misteriosa, donde se nos relata, entre otras peripecias, el dramático fin de tan misterioso sujeto.

En 1977, la bilbaína editorial Fher, con el sello "Laida" y en la colección Ediclas-Julio Verne, lanzó una serie de títulos basados en los del genial bretón, como éste de "La isla misteriosa" que ahora nos ocupa...

Se trata de un álbum en tapa dura, al estilo de los prestigiosos productos franco-belgas del cómic de la época, con unas dimensiones de 22 x 30,5 cm (similar a los conocidos álbumes de Astérix, por ejemplo). Con todo las similitudes acaban aquí, puesto que, la principal inspiración es la de la serie "Joyas Literarias Juveniles" de la entonces todopoderosa editorial Bruguera, esto es: adaptación en viñetas de un clásico de la literatura, con el reclamo de una colorida portada. Y vaya que esta portada es colorida! La ilustración, aunque no acreditada en el interior, lleva la firma de Beaumont, seudónimo del dibujante calagurritano Ángel Julio Gómez de Segura, que contaba entre sus obras clasicazos del tebeo como varios números de El Capitán Trueno o adaptaciones de éxitos televisivos como Mazinger Z o Érase una vez...el hombre. 
Aquí nos plantea un instante dramático del relato: varios atribulados viajeros se aferran a los restos de un globo pero uno de ellos ya ha caído a un mar embravecido y lucha contra las olas por su vida. Al fondo un volcán humeante sugiere la isla misteriosa que da título a la obra.

Si hipnótica era la portada, qué decir de la contra, de formas geométricas setenteras y subida en colores!

Las guardas son sugerentes, presididas por el retrato de Verne vemos una serie de escenas inspiradas en sus relatos.

La escueta ficha técnica de la publicación. No hay la menor referencia a portadista, dibujante o autor de la adaptación al cómic, quedando lamentablemente anónimos.

El dibujante no pasa de ser un eficaz artesano, no hay arte ninguno en la rígida y simple puesta en escena o en la acartonada anatomía de los personajes. Entre sus fuentes de inspiración se encuentra el Nautilus de 20.000 leguas de viaje submarino, en su versión cinematográfica (la sombra de Disney es muy alargada!). Por lo demás recalcaremos la paleta de subidos colores que otorgan un aire psicodélico a la aventura.

Todo un divertimento, sin pretensiones, conseguido en una recomendable librería de segunda mano (Re-Read), al módico precio de 2€. Qué más se puede pedir! 

Nostalgias de la infancia. Un ameno y breve paseo por Herce y su entorno (fines de septiembre de 2022).

En la letra de una de sus conocidas canciones (Peces de ciudad), el maestro Joaquín Sabina nos cuenta aquello de "al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver", pero, por una vez y sin que sirva de precedente, no podría estar más en desacuerdo. Bien gestionada, la nostalgia no tiene por qué ser negativa ni lastimera, si no todo lo contrario. Se supone que el paso del tiempo nos hace más sabios y nos ayuda a disfrutar de los pequeños placeres cotidianos. Pero dejemos el protagonismo a las imágenes, mucho más expresivas que ésta, quizás algo almibarada introducción 


En lo alto del cerro la ermita de El Salvador y el castillo de Herce. En primer plano el fruto de un Lozano membrillero al borde de la vía verde del Cidacos.

Medio siglo después de mis andanzas por esas venerables calles (entonces sencillamente pavimentadas con canto rodado en seco), volviendo a pisar la San Juan, posando bajo el arco de la entrada al desaparecido monasterio de Santa María de Herce.

La restaurada fuente vieja de Herce. En su pilón capturaba renacuajos en aquellos veranos de los 60 de mi algo lejana infancia.

Herce bajo las estrellas. Las casas de la calle El Sol al abrigo de la Peña del moro. La yasa canalizada nada tiene que ver con mis recuerdos, mucho más rústicos. Cómo ha mejorado está infraestructura! 

Si mi memoria no falla, en esa casa de la Calle El Sol pasé un magnífico verano en 1967...

Una recoleta calle de Herce, "engalanada" con todo un despliegue de macetas, que le dan un toque de verdor.

La digna portada de ladrillo de la iglesia de San Esteban.

El número uno de la calle San Juan, en el primer piso de esa casita pasé los veranos del 68 al 73. Salvo por la bajera, que se ve remozada, parece encontrarse en el mismo estado en que se quedó, congelada en el tiempo... Es una sensación un tanto extraña, diríase que cruzando ese umbral podrían vislumbrarse las habitaciones tal y como las conocí.